Creo que leer a Rimbaud es como un acto de fe en el arte. Ya que la religión y la política no son suficientes, la fe se vuelca en el arte. La fe está presente la mayor parte del tiempo, cuando las preguntas van más allá de lo material. Pero esto puede provocar hastío también. O al menos, en cierto tipo de arte, no sé.
Sentí, en la lectura de El barco ebrio, una saturación romántica por parte de Rimbaud que podría ser análoga a los orígenes del romanticismo. La búsqueda del romántico después de cierto tiempo, colma, harta, atiborra de esa sustancia azul verde. Y la opción de Rimbaud fue: el silencio poético.
Empero todo esto es muy prematuro, debo seguir leyendo y fortalezer o cancelar definitivamente esta interpretación.
Para la doctora de la clase de Sociocrítica: analizar el cómo lo dice y no el qué dice.
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31 de agosto de 2004
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