Creo que las personas hablan por fin de sus temores y miedos cuando estos son superados. Al menos es más fácil hacerlo.
El amor efervecente de la secundaria se ramifica y sublima con unos cuantos años más, con suerte, sin perder el aire de inocencia. Canciones se hacen a un lado para dar entrada a obras menos cortantes, más propositivas. Y aún así persiste el aire de lo insoluto, de la espontaneidad.
Ya no me sirven más ciertos secretos. Lo ideal se esfuma y lo cotidiano es más familiar, teniendo precaución con la costumbre también. Nada fácil. Tener disciplina. Y un montón de cosas más.
Estoy seguro que no todas las cosas son realmente importantes, y que esas cosas que no son tan importantes también brindan sentido a la vida. Hay momentos para la seriedad y momentos para el relajo. Hay otros que se quedan en medio, pero hay otros más que, simplemente, siguen su propio rumbo.
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6 de septiembre de 2004
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