Y tal vez así, sin letra, sin coro, entenderíamos el significado de la pobreza y de la guerra, porque una persona que vive esas circunstancias, nos hablaría directamente al alma, porque lo que nuestros ojos costumbristas omiten, podría ser escuchado por nuestros oídos. ¿Y si no articularamos sílabas, sino dulces, tristes, espectantes, desesperadas melodías íntimamente ligadas a las neuronas, nervios cerebrales, pensamientos metafísicos para poder así atender lo que ya no podemos, acaso no queremos ver...?
El ciego, el sordo, el mudo o los tres en la misma persona; el espíritu de la poesía no es impropio en ustedes. La vida se le presenta al frío montañés como sol, se le presenta al pescador como atún, al hombre del desierto como agua de oasis. La vida se presentará ante aquel que necesite de vida y no ante aquel ser humano que no necesite de ella, porque el agua, el sol o el pez como el atún serán objetos sin causa ni origen. Es el que sufre la ausencia de vida, el que necesita de ella.
Los síntomas se presentan, comienzan como breves espamos, tenues mareos, inestable balance cotidiano. Pero es hasta cuando uno enferma por completo, cuando sabe que existe la antonimia. Lo mismo sucede cuando ocurre lo contrario, cuando se vislumbra la felicidad del alma. La vida es multifacética y se muestra a cada quien en la forma adecuada y descifrable a su momento, invitandos a adentrarnos en ella. La pobreza y la guerra privan a los hombres y mujeres de esa búsqueda. Hasta todo un sujeto colectivo donde la tranquilidad yace aparentemente.
La vida llama a la vida. El sentido continuo de esta viene después, en lo concreto.
El ciego, el sordo, el mudo o los tres en la misma persona; el espíritu de la poesía no es impropio en ustedes. La vida se le presenta al frío montañés como sol, se le presenta al pescador como atún, al hombre del desierto como agua de oasis. La vida se presentará ante aquel que necesite de vida y no ante aquel ser humano que no necesite de ella, porque el agua, el sol o el pez como el atún serán objetos sin causa ni origen. Es el que sufre la ausencia de vida, el que necesita de ella.
Los síntomas se presentan, comienzan como breves espamos, tenues mareos, inestable balance cotidiano. Pero es hasta cuando uno enferma por completo, cuando sabe que existe la antonimia. Lo mismo sucede cuando ocurre lo contrario, cuando se vislumbra la felicidad del alma. La vida es multifacética y se muestra a cada quien en la forma adecuada y descifrable a su momento, invitandos a adentrarnos en ella. La pobreza y la guerra privan a los hombres y mujeres de esa búsqueda. Hasta todo un sujeto colectivo donde la tranquilidad yace aparentemente.
La vida llama a la vida. El sentido continuo de esta viene después, en lo concreto.
La vida nos ha sido dada, pero no nos ha sido dada hecha.
José Ortega y Gasset.
0 comentarios:
Publicar un comentario