Primer aliento después de un coma. Escoge sólo una personalidad que no sea la mía. Para que te reconozca. Desentume las manos, desentume los lodos, quita la torpeza de tu nuca. Aaaaaaaaaaaaaabre la boca y di...
Tantos años ahí sentada, la cadera y las piernas acumuladas de cama pordoquier. En la silla, yo esperando, que movieras con tus nubes los espejos, que el techo en su horizonte levantara manos para paños.
Así alzas tu oxidado corcel, renovado en sus empastadas persianas. La película no es gris, ni el flashback es anzuelo atraememorias. Has olvidado el pendiente atornillado a tu oreja, no recuerdas las tardes en que los cactus florecían rosas y los lirios invadían flacos carriles. Teflón purpúreo de esperar la repetición de la vida.
Y sin embargo respiras. Tus callos no resisten las piedras, encanan los suplicios matinales de cuadernos narradores. Aún así, encuentras la gramática que abrigue tus modos. Me hablas eufónicamente y mis oídos retoñan expulsando acentuaciones esdrújulas. La segunda persona recobra sueños y yo, noctambulo, del verbo noctambular.
Me haré feliz en mis recuerdos, futuras promesas de sultanes que atraviesan desiertos. Contaré a mis nietos los dátiles y dunas que tuve que cortar, los días que permaneciste tendida en mi cama, despertando comas en su punto.
Tantos años ahí sentada, la cadera y las piernas acumuladas de cama pordoquier. En la silla, yo esperando, que movieras con tus nubes los espejos, que el techo en su horizonte levantara manos para paños.
Así alzas tu oxidado corcel, renovado en sus empastadas persianas. La película no es gris, ni el flashback es anzuelo atraememorias. Has olvidado el pendiente atornillado a tu oreja, no recuerdas las tardes en que los cactus florecían rosas y los lirios invadían flacos carriles. Teflón purpúreo de esperar la repetición de la vida.
Y sin embargo respiras. Tus callos no resisten las piedras, encanan los suplicios matinales de cuadernos narradores. Aún así, encuentras la gramática que abrigue tus modos. Me hablas eufónicamente y mis oídos retoñan expulsando acentuaciones esdrújulas. La segunda persona recobra sueños y yo, noctambulo, del verbo noctambular.
Me haré feliz en mis recuerdos, futuras promesas de sultanes que atraviesan desiertos. Contaré a mis nietos los dátiles y dunas que tuve que cortar, los días que permaneciste tendida en mi cama, despertando comas en su punto.