Aunque hay cosas que no se pueden generalizar en una sociedad, hay otras que definitivamente sí. Sobre todo la forma en que actuamos en la cotidianidad urbana. O nuestras relaciones interpersonales genéricas. Estoy tentado a decir que todos los mexicanos, varones y mujeres, interactúan de manera distinta entre miembros del mismo género y con miembros del sexo opuesto.
Hay cosas con las que uno puede convivir, incluso que son parte tan personal e íntima que no se notan, hasta que le buscamos un sentido. Voy a hacer una interpretación desde mi punto de vista sobre uno de los sentidos que pasan, pasaron y pasarán mañana sobre algo muy específico: girar la cabeza. Pero no girar la cabeza sólo porque sí, ¡no! Hablo sobre ciertos varones que giran la cabeza, el cuerpo, toda su atención a las mujeres que caminan por la calle. ¡Me parece horrible!
Primero lo primero. ¿Nunca han visto a viejos, jóvenes, adolescentes, albañiles o ejecutivos, guapos o feos, altos o chaparros, morenos o blancos... como sean? ¿No los han visto mirar mujeres como desesperados, una tras otra, con cara de una "vaga" locura perversa? Para mí es sólo un reflejo de la insatisfacción, no tanto de la apreciación o admiración, porque no es cortés, seguro es incómodo para una mujer. Para cualquier persona lo sería, a menos que fuera un hombre-anuncio que desesperadamente busca clientes en la calle.
Me parece que esta simple y diaria actitud nos configura de tal modo que la felicidad, la belleza y la contemplación se ven mermadas y degradadas a grados infames. Además ese es sólo el principio de una construcción cultural más profunda. Muchas veces acompaña a la mirada un piropo (construcción sexista), que resulta grosero, inapropiado, ofensivo o simplemente una presentación equivocada.
No estoy hablando de comentarios respetuosos o halagadores, esos son bienvenidos casi siempre. Un gesto de amabilidad como una sonrisa o un saludo cortés, no son exclusivos de hombres o mujeres. Es una manera de mejorar las relaciones humanas. No obstante, si continuamos analizando esta construcción cultural, hay que analizar cuál es la finalidad, la intención o el significado de que un hombre se comporte como rehilete a mil por hora.
Hay hombres que se conforman con tener este tipo de contacto con una mujer, lo cual amedrenta la capidad de relacionarse con el sexo opuesto de manera activa. Existen los lugares apropiados y maneras mucho mejores de acercarse a una persona de nuestro agrado, aunque claro, dependerán siempre las intenciones de los participantes. ¡Pero qué intención puede tener una mujer que camina por la calle rumbo a cualquier parte! Esa nada más, dirigirse a un sitio que no nos importa.
Muchas veces y quizá exagerando un poco, o no, la finalidad de esto es ver si se puede "pegar chicle". Obtener un "reconocimiento" casual y sin compromiso alguno. Demostrar a los "miembros del gremio viril" que hay un macho con facultad de "aproximación" poderosa. Quizá sólo sea el transfondo que yace en el inconciente genérico colectivo. La cantidad sobre la calidad en las relaciones. Me parece insano para la estabilidad emocional de los individuos.
La mujer se transforma muchas veces en objeto sexual y cuando esto es todos los días, esta actitud permea en la actitud de las mujeres también. Pero eso no me corresponde a mí describirlo tanto desde mi perspectiva. Sin embargo, creo que desde esta visión nuestras relaciones se degradan, impulsan un sentido de precaución permanente, por ser observador o por ser vista...
También quería hablar sobre cómo nos relacionamos hombres y mujeres en México. Porque muchas veces buscamos desde el prototipo de la víctima, conseguir afecto. Sin embargo, estas relaciones también corrompen o por su caracter flagelante, infunden relaciones inestables.
Bueno, a qué quiero llegar con todo esto, pues a identificar cómo y cuáles son algunos de las cuestiones a debatir y considerar para mejorar las relaciones que tenemos como sujetos dentro de una sociedad. Quizá podamos mejorar como personas.
¡Bien, ahora quiero escuchar algunos comentarios de su parte! Iniciar un diálogo.
Hay cosas con las que uno puede convivir, incluso que son parte tan personal e íntima que no se notan, hasta que le buscamos un sentido. Voy a hacer una interpretación desde mi punto de vista sobre uno de los sentidos que pasan, pasaron y pasarán mañana sobre algo muy específico: girar la cabeza. Pero no girar la cabeza sólo porque sí, ¡no! Hablo sobre ciertos varones que giran la cabeza, el cuerpo, toda su atención a las mujeres que caminan por la calle. ¡Me parece horrible!
Primero lo primero. ¿Nunca han visto a viejos, jóvenes, adolescentes, albañiles o ejecutivos, guapos o feos, altos o chaparros, morenos o blancos... como sean? ¿No los han visto mirar mujeres como desesperados, una tras otra, con cara de una "vaga" locura perversa? Para mí es sólo un reflejo de la insatisfacción, no tanto de la apreciación o admiración, porque no es cortés, seguro es incómodo para una mujer. Para cualquier persona lo sería, a menos que fuera un hombre-anuncio que desesperadamente busca clientes en la calle.
Me parece que esta simple y diaria actitud nos configura de tal modo que la felicidad, la belleza y la contemplación se ven mermadas y degradadas a grados infames. Además ese es sólo el principio de una construcción cultural más profunda. Muchas veces acompaña a la mirada un piropo (construcción sexista), que resulta grosero, inapropiado, ofensivo o simplemente una presentación equivocada.
No estoy hablando de comentarios respetuosos o halagadores, esos son bienvenidos casi siempre. Un gesto de amabilidad como una sonrisa o un saludo cortés, no son exclusivos de hombres o mujeres. Es una manera de mejorar las relaciones humanas. No obstante, si continuamos analizando esta construcción cultural, hay que analizar cuál es la finalidad, la intención o el significado de que un hombre se comporte como rehilete a mil por hora.
Hay hombres que se conforman con tener este tipo de contacto con una mujer, lo cual amedrenta la capidad de relacionarse con el sexo opuesto de manera activa. Existen los lugares apropiados y maneras mucho mejores de acercarse a una persona de nuestro agrado, aunque claro, dependerán siempre las intenciones de los participantes. ¡Pero qué intención puede tener una mujer que camina por la calle rumbo a cualquier parte! Esa nada más, dirigirse a un sitio que no nos importa.
Muchas veces y quizá exagerando un poco, o no, la finalidad de esto es ver si se puede "pegar chicle". Obtener un "reconocimiento" casual y sin compromiso alguno. Demostrar a los "miembros del gremio viril" que hay un macho con facultad de "aproximación" poderosa. Quizá sólo sea el transfondo que yace en el inconciente genérico colectivo. La cantidad sobre la calidad en las relaciones. Me parece insano para la estabilidad emocional de los individuos.
La mujer se transforma muchas veces en objeto sexual y cuando esto es todos los días, esta actitud permea en la actitud de las mujeres también. Pero eso no me corresponde a mí describirlo tanto desde mi perspectiva. Sin embargo, creo que desde esta visión nuestras relaciones se degradan, impulsan un sentido de precaución permanente, por ser observador o por ser vista...
También quería hablar sobre cómo nos relacionamos hombres y mujeres en México. Porque muchas veces buscamos desde el prototipo de la víctima, conseguir afecto. Sin embargo, estas relaciones también corrompen o por su caracter flagelante, infunden relaciones inestables.
Bueno, a qué quiero llegar con todo esto, pues a identificar cómo y cuáles son algunos de las cuestiones a debatir y considerar para mejorar las relaciones que tenemos como sujetos dentro de una sociedad. Quizá podamos mejorar como personas.
¡Bien, ahora quiero escuchar algunos comentarios de su parte! Iniciar un diálogo.