Cuando hace frío en tiempos de frío es para mí como si hiciera bueno,
porque para mi ser adecuado a la existencia de las cosas
lo natural es lo agradable sólo por ser natural.
Acepto las dificultades de la vida porque son el destino,
como acepto el frío excesivo en lo agudo del Invierno
apaciblemente, sin quejarme, como quien meramente acepta
y encuentra una alegría en el hecho de aceptar,
en el hecho sublimemente científico difícil de aceptar lo natural inevitable.
¿Qué son para mí las enfermedades que tengo y los males que me ocurren
sino el Invierno de mi persona y de mi vida?
El Invierno irregular, cuyas leyes de aparición desconozco,
pero que existe para mí en virtud de la misma fatalidad sublime,
de la misma inevitable exterioridad a mí,
como el calor de la tierra en la cima del Verano
y el frío de la tierra en la cima del Invierno.
Acepto por personalidad.
Nací sujeto como los demás a yerros y a defectos,
pero nunca al yerro de querer comprender demasiado,
nunca al yerro de querer comprender sólo con la inteligencia,
nunca al defecto de exigir del Mundo
que fuera cualquier cosa que no fuera el Mundo.