Un día me di cuenta que estaba tomando más frases de otros para construir mi cuarto de palabras. No era tan malo, algunos párrafos resumían con mayor claridad invenciones que alguien más podía haber reflexionado mejor que yo. Pero aún así, padecía de insuficiencia. Comencé a organizar las mías, mis palabras. A salpicar mi cama con adjetivos que había visto antes en la universidad, a remendar la ropa con los sustantivos que habían pintado en las calles, a cambiar el cristal de las ventanas con los verbos que moldeé en la cocina de mi existencia. Eran mis palabras, mis entonaciones sobre los actos de mi vida. A fin de cuentas, no hacía más que volver a llenar la cubeta vacía con mi propia tinta, sin separarme enterarmente. La destrucción no era total, no llevaba a la nada, porque al final, de los escombros comenzaría una vez más la construcción de este cuarto de palabras.
Categorías
amor
(51)
arte
(7)
cine
(53)
cuento
(30)
diario
(137)
English
(15)
ensayo
(38)
espiritualidad
(4)
humor
(16)
imagen
(2)
Krishnamurti
(6)
lenguaje
(9)
literatura
(13)
música
(3)
narrativa
(42)
pensamientos
(20)
poesía
(117)
préstamos
(86)
prosa poética
(30)
sociedad
(8)
sueños
(3)
talent campus
(1)
video
(9)
10 de abril de 2010
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario