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13 de octubre de 2021

La forma Hay

En cuanto a su origen, la forma impersonal hay procede de la adición del adverbio anticuado hi (escrito muchas veces y) a la forma de tercera persona del verbo posesivo latino habere, es decir, a la forma ha (“tiene”). Se decía en español antiguo hi ha o ha hi > ha + y > hay, (ha ahí = tiene ahí). Las construcciones posesivas, locativas y existenciales comparten un origen locativo común (Lyons 1977), razón que explica la presencia de expresiones similares en otras lenguas: vi (ci) ha / c‘e/ci sono (italiano), il y a (francés), there is/are (inglés).

Jurado Salinas, M. (2014). Fundamento teórico de un modelo para trabajar los verbos haber, estar y ser en el aula de ELE. Revista Nebrija de Lingüística Aplicada (2014) 17.

21 de febrero de 2021

Biónicos


Para todos los familiares de los fallecidos por Covid-19.

Repitan conmigo: tenemos derecho a la tristeza. 
Ahora sustituyan la palabra tristeza por la palabra consuelo.
 
Nuria Labari

Una alteración,
quizás una prueba
de humanidad o de sombra,
una constante calma
antes de la muerte esperada,
un infierno antes del silencio
de un teléfono que no oxigena:
ningún iPhone supo cuándo
empezaron los ritos funerarios.

Anoché pasé por los biónicos
pero solo estaba la hija, cansada,
esperando... esperando...
No vi a su madre.
No la veré nunca más.
Tampoco ella.
No los veremos más
y en eso radica
toda la jodida tristeza
de los amantes que no se
despidieron,
de los amigos que no se
sonrieron,
de los padres que no se
arrepintieron,
de los ojos que no
vieron,
de las cenizas
que quedaron.
 
Mi abuelo partió lleno de hambre
y cuando los abuelos parten
se llevan consigo
el alivio del universo.
Son el árbol caído donde
un perro mueve la cola
y el tiempo se detiene,
los recuerdos están hechos
de la misma materia
distante e inerte
en los que ningún bote
puede atracar.
 
¿Qué se puede hacer?
Se llevaron consigo
la mula de seises,
la letra de aquel bolero,
una película en blanco y negro;
un juego, una rima, un rezo
que ya no existen;
las velas del pastel
y las mañanitas,
Alá Mio, Alá Bao,
Alá Bim bon bá;
se llevan consigo
los souvenirs del viaje
con todo y valijas,
las toallas para la playa,
los domingos en casa,
el mismo chiste
y la misma carcajada;
la receta irrepetible,
el abrazo infalible,
la casa de la infancia;
un mensaje, un llanto
encogidos en una palmada:
es raro que digamos
te extraño
a quienes más amamos
porque son los menos
extraños de nuestra
existencia.

Orfandad de abuelos,
padres, hermanos
e hijos, donde la única
arma posible
es subtitular el silencio.
El duelo áspero y violento
que reprimimos en tiendas,
supermercados y pasillos
detrás del cubrellantos kn95,
como si nada pasara
ni nadie hubiera nacido.
La pena no se calla
haciendo streamings
o unboxings vacíos,
porque aún no hay
tecnología biónica
que supla las mutilaciones
del alma.

¿Qué se puede hacer?
Al fondo de estas tumbas
se pueden ver
los océanos del mundo.
Las palabras salvan vidas.
Habla.

14 de enero de 2021

Despedida a mi abuelo, José

Oda a la Edad

Pablo Neruda

Yo no creo en la edad.

Todos los viejos
llevan
en los ojos
un niño,
y los niños
a veces
nos observan
como ancianos profundos.

¿Mediremos
la vida
por metros o kilómetros
o meses?
¿Tanto desde que naces?
¿Cuánto
debes andar
hasta que
como todos
en vez de caminarla por encima
descansemos, debajo de la tierra?

Al hombre, a la mujer
que consumaron
acciones, bondad, fuerza,
cólera, amor, ternura,
a los que verdaderamente
vivos
florecieron
y en su naturaleza maduraron,
no acerquemos nosotros
la medida
del tiempo
que tal vez
es otra cosa, un manto
mineral, un ave
planetaria, una flor,
otra cosa tal vez,
pero no una medida.

Tiempo, metal
o pájaro, flor
de largo pecíolo,
extiéndete
a lo largo
de los hombres,
florécelos
y lávalos
con
agua
abierta
o con sol escondido.
Te proclamo
camino
y no mortaja,
escala
pura
con peldaños
de aire,
traje sinceramente
renovado
por longitudinales
primaveras.

Ahora,
tiempo, te enrollo,
te deposito en mi
caja silvestre
y me voy a pescar
con tu hilo largo
¡los peces de la aurora!

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