Una melodía suena en el coche mientras recorremos las curvas, el viento entra por las ventanas, mece sus cabellos. Todavía marchamos por la verde vereda. Poco a poco, entre los movimientos del carro, el viento y la música, Greta se va quedando dormida. Una vez que lo logra, el luto aparece mezclado con el instinto paterno. Un descubrimiento. Veo a través del espejo retrovisor, que debajo del rostro de mi pequeña hay otra más pequeña aún que habita en ella, escondida y que solo aparece en esa hora del día, en esa posición, posando en un asiento de bebé de segunda mano mientras perdemos el tiempo en el transcurso de vuelta a casa. Hay un duelo, una nostalgia encerrada al contemplar ese rostro y qué seguramente muchos padres encuentran de repente eso en un gesto, una palabra, un olor. Por unos minutos me convierto de nuevo en el padre de una bebé que maneja entre los mismos autos frenéticos, la misma ciudad que no para de crecer, los aires grises. Por unos minutos somos eternos, viajeros en el tiempo.
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29 de noviembre de 2023
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